Para poder extraer los nutrientes que contienen los alimentos es imprescindible masticarlos y ensalivarlos previamente, ya que el estómago, por sí sólo, no está capacitado para deshacerlos (ni siquiera con sus ácidos más potentes).
Una vez bien masticados y ensalivados los alimentos, y disueltos sus nutrientes en un medio acuoso (saliva + jugos gástricos e intestinales), estarán en condiciones adecuadas para que al llegar al intestino delgado sean absorbidos por las paredes intestinales. Luego, finalmente, serán transportados por la sangre hasta las células, donde atravesarán la membrana de éstas para incorporarse a su estructura.
Todo este complejo proceso no puede tener lugar si, desde el primer momento, no se masticaran suficiente los alimentos. ¿Y cuando es suficiente? Cuando adquieran una textura fina y homogénea bien mezclada con la saliva.
Por otra parte la masticación comporta una simbología vital que conviene ser tenida en cuenta por el ser humano. Sobre todo, por la correlación que tiene con la capacidad de aprendizaje. Porque si alimento es todo lo que vivimos, el no masticar a fondo nos impide sacarle todo el jugo a lo que comemos…y a lo que vivimos.
Es de destacar que la medida en que un individuo ha perdido piezas dentales da la medida de su dificultad para masticar las distintas situaciones de la vida y para, posteriormente, extraer de ellas todo su jugo (aprender)
En resumen: que el jugo más sustancioso que se puede extraer de cualquier situación vivida por un ser humano es que el amor, en su primera forma (autoestima), es lo fundamental y lo que conviene tener presente a cada momento para vivir con bienestar.
